PEDRO SÁNCHEZ SE CONVIERTE EN EL SÉPTIMO PRESIDENTE DE LA DEMOCRACIA

01/06/18


El presidente Mariano Rajoy felicita al recién elegido presidente Pedro Sánchez

En tan solo nueve días, el Congreso de los Diputados ha pasado de apoyar los Presupuestos Generales que parecían permitir a Mariano Rajoy agotar prácticamente la legislatura del PP a investir este viernes al líder del PSOE, Pedro Sánchez, como séptimo presidente del Gobierno de la democracia. 

Nunca antes se ha producido un traspaso de poderes tan rápido entre dos fuerzas políticas en nuestro país. En los propios protagonistas, PP y PSOE, aún se atisba este viernes cierto desconcierto por la precipitación de los acontecimientos. Varios diputados populares abandonaban el hemiciclo entre lágrimas mientras los diputados socialistas improvisaban respuestas con incredulidad tras ser interrogados sobre sus posibilidades como ministros. 

El secretario general socialista llega a La Moncloa hoy ya sin sorpresas. Sin ser diputado, sin haber ganado unas elecciones generales, pero con una mayoría más que absoluta. Un total de 180 votos a favor de la moción de censura que registró el pasado viernes el Grupo Socialista para expulsar al Gobierno del PP, tras hacerse pública un día antes la sentencia por el caso Gürtel. 

Absoluta pero no estable ni fuerte. Votan en contra Ciudadanos y el PP (169). Se abstiene Coalición Canaria. Le aúpan Unidos Podemos, ERC, PDECat, PNV y Bildu. Una amalgama de aliados donde se mezclan izquierda radical y grupos independentistas siendo la mayor moderación esperable la del PNV. A ojos de Sánchez «grupos parlamentarios que representan a doce millones de ciudadanos». 

«Pactos oscuros»

Sánchez no ha negado que el horizonte que se le presenta por delante es más que complicado. No solo por sus aliados. Sino porque el PP y Ciudadanos controlan la Mesa del Congreso y los populares ostentan la mayoría absoluta en el Senado. «Es evidente que va a haber dificultades. Por supuesto», terminó por reconocerle al portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando. «Espero que estemos todos a la altura de las responsabilidades que tenemos por el bien de nuestro país», rogó a sus socios.

Pero ni aun así quiso desvelar cuáles son sus planes. Menos aún la naturaleza de sus acuerdos, que ya ocultó ayer pese a las preguntas reiteradas de Rajoy. «Pactos oscuros que no se atreve a desvelar y que le convierten en un presidente en duda con muchas incógnitas y un procedimiento tramposo», le recriminó Hernando. «Hoy gana usted y pierde España», remachó éste.

Sánchez defendió la moción de censura como «legítima y constitucional» para alcanzar La Moncloa sin ganar unas elecciones generales. «Ésta es la democracia parlamentaria de la que nos hemos dotado como consecuencia de la Constitución», ha señalado. Aseguró que gobernará cumpliendo los compromisos europeos, garantizando la estabilidad macroeconómica, la ejecución de los Presupuestos Generales de 2018 e intentando que haya Presupuestos en 2019 «en tiempo y forma». 

Y reclamó al PP «que sea tan leal al Gobierno socialista como lo ha sido el PSOE con el gobierno popular». Los abucheos y protestas que levantó esta reclamación en la bancada popular dejaron muy clara la postura del grupo que liderará la oposición. Sánchez les contestó. «Es evidente que la prima de riesgo nada tiene que ver con lo que está pasando en nuestro país. Sepan que cualquier tipo de declaración que hagan lo que pueden estar haciendo es dañar los intereses generales y económicos del país», aseguró.

«Un honor»

El debate parlamentario ha continuado este viernes sin el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Aún como jefe del Ejecutivo ha llegado al hemiciclo con gesto de disgusto justo después de que Sánchez realizara su última intervención. «A usted no le van echar los españoles, le van echar los que perdieron las elecciones en los años 2011, 2015 y 2016», le había dicho minutos antes su portavoz parlamentario.

El grupo popular le recibió con una nueva ovación y Rajoy pidió la palabra para realizar un discurso de despedida en el que empezó a trabajar ayer. «Suerte a todos ustedes por el bien de España», ha concluido después de anunciar la aceptación «como demócrata el resultado de la votación» sin «compartir lo que se ha hecho». «Ha sido un honor, no lo hay mayor, ser presidente del Gobierno», ha proseguido.

Rajoy sí se va con la satisfacción de «dejar una España mejor que la que encontré». Ése era el objetivo que, efectivamente, tenía el Rajoy que subió a La Moncloa en diciembre de 2011 en la cresta de la peor crisis económica de la historia reciente. «Dejar el país con menos paro», era otra de las declaraciones de intenciones que tenía entonces. Pero su tristeza era visible. 

«Creo que he cumplido con el mandato final de la política, que es cuidar de las personas. Si alguien se ha sentido ofendido, pido disculpas», se despidió, antes de dar las gracias «a mi partido, a todos los españoles por haberme brindado la comprensión y su apoyo». Él mismo puso fin a la ovación final de su bancada tras estas palabras. Y tras el final de la votación se dirigió al escaño de Sánchez para darle un apretón de manos. Aún tendrán que verse al menos una vez más para el acto de traspaso de poderes. 

Las cuatro mociones de censura celebradas hasta ahora en la democracia demuestran que los gobiernos no caen por la presentación de este tipo de iniciativas, sino por la quiebra de las alianzas entre los grupos parlamentarios que sustentan al Ejecutivo. Una quiebra que en el caso de Rajoy, ha venido de donde hace tan solo nueve días no lo hubiera esperado: el PNV.