Opinión


30/06/20

Onésimo Pérez

  1. Los toros son Cultura

    En estas últimas semanas y con tristeza por mi parte, hemos asistido a diferentes concentraciones en la mayoría de las principales ciudades de nuestra piel de toro, con el slogan reivindicativo que los toros son Cultura, y de ello escribiré en este artículo y me explico.

    La repercusión que tuvo el pasado día 21 en la primera plaza del mundo (Madrid), a mi modo de ver y entender la denominaría un auténtico fracaso, vaya por delante que me hubiera gustado haber estado presente, problemas de fuerza mayor me lo impidieron, por tanto me limitaré a plasmar en estas páginas lo que me contaron mis voceros presentes así como la opinión de los distintos portales taurinos a los que tengo acceso, que decir que no fue el éxito que todos esperábamos y diré porque. La presencia de grupos políticos y de las grandes figuras brillaron por su ausencia, flaco favor nos hacen pues son lo que tienen repercusión a nivel nacional, me cuentan que vieron a Urdiales, David Mora, Frascuelo, Rafaelillo y gente profesional, recortadores, banderilleros algún ganadero, y alguno que otro empresario, muy poquitos aficionados y yo me pregunto, ¿dónde estaban las figuras?, en la primera plaza del mundo en defensa de la tauromaquia que está en peligro grave, y repito ¿ dónde estaban?, los Morantes, Manzanares, Juli, José Tomás, Talavante, Perera etc, y estos son los que al día siguiente saldrían en los telediarios y páginas de periódicos y hubieran puesto voz y hubiera sido noticia a nivel nacional. A los aficionados siempre los han utilizado como bomberos y después se olvidan de nosotros, ellos viven del toro y el aficionado vive para el toro, los enemigos no son solo los anti taurinos, el bicho lo tenemos en casa y en el sistema, no echemos la culpa a terceros, la fiesta se muere y no son los detractores quien van a acabar con ella, ya están los taurinos en una demostración más de lo poco que les interesa la fiesta, de lo podrida que esta, nos guste o no nos guste, pero esta es la triste realidad.