Opinión


16/01/24

Javier Domenech

  1. Guerra en Gaza

    Vamos a revolver un poco las noticias que se difunden ante las  dramáticas imágenes de Gaza. Diariamente los medios informativos nos informan de lo que ocurre con una manipulación sorprendente: bombardeo de hospitales, carencia de atención sanitaria, falta de alimentos, destrucción generalizada, pero rara vez se mencionan los daños de los misiles de Hamás sobre territorio israelí. Los corresponsales abren la noticias de los telediarios señalando que más del 60 % de los muertos son niños o mujeres, sin mencionar donde están los hombres o donde se esconden los combatientes de Hamás e incluso se advierte del peligro que supone la muerte de sus dirigentes, por el riesgo de extender el conflicto. Es decir que si mueren niños o mujeres mal, pero si Israel mata selectivamente a los responsables de los crímenes, peor.

    Conviene rebobinar toda la historia. Sin entrar en antecedentes odiosos, en octubre del pasado año, existían dos territorios separados. En uno malvivía una aglomeración de dos millones de personas y otro estaba a punto de ser reconocido como Estado soberano por Arabia Saudí, la mayor  potencia árabe del entorno, uniéndose a Jordania y Egipto. La  mañana del 7 de octubre pasado, los tranquilos kibutz fronterizos fueron asaltados por terroristas provenientes de Gaza uniformados o disfrazados como militares israelitas, procediendo a la masacre  sistemática de los colonos: hombres, mujeres y niños. En total cerca de 1.200 civiles en menos de una hora. Muchos fueron decapitados o sometidos a violencias sexuales. En un festival de música cercano, sus asistentes fueron perseguidos y  asesinados en una ignominiosa caza por el desierto, como si fuesen objetivos militares. Se grabaron vídeos del asalto y de las matanzas y más de doscientos supervivientes fueron llevados  a Gaza como rehenes. A la vez centenares de misiles fueron lanzados sobre ciudades israelíes causando decenas de muertes. Inmediatamente, Israel declaró el estado de guerra avisando a la población para que abandonasen las zonas de Gaza que iban a ser atacadas sino no se procedía a la inmediata liberación de los rehenes. Inútilmente, se esperaron varios días, sin que cesaran los misiles  contra territorio israelí. Entonces se inició el bombardeo de los objetivos donde asentaban los nidos de los terroristas y comenzaron a llegar las imágenes de población huyendo para cruzar la frontera con Egipto, que fue cerrada por sus autoridades, permitiendo tan solo a cuenta gotas, la salida de ciudadanos con doble nacionalidad y el paso de algún camión con ayuda sanitaria o alimenticia. Se dieron treguas para liberar rehenes a cambio de prisioneros palestinos y unos pocos de los centenares retenidos fueron intercambiados. Pero tras unos días, con nuevos lanzamientos de misiles sobre Israel, se interrumpieron y continuó el horror. Se identificaron y atacaron los puntos de lanzamiento y los túneles de comunicación de donde partían los terroristas en los sótanos de hospitales hacia territorio israelí, con las inevitables muertes civiles.

    Cualquier estado debe defenderse de un ataque exterior. Y para ello de utilizar los medios necesarios que garanticen su seguridad. Es un principio de legítima defensa, amparado por el Derecho Natural y el Internacional Las dolorosas consecuencias serán pagadas por inocentes, pero con ello debieran contar quienes inician una agresión, aunque en este caso, Hamás olvidó el dolor provocado a su pueblo y prefiere la simpatía del mundo occidental, incluso felicitando al presidente español, quien en una insensata intervención como representante de la Unión Europea condenó la respuesta de Israel.

    Según los datos más recientes 23.000 han muerto en lo que va de conflicto. Durante la segunda guerra mundial, las ciudades alemanas fueron bombardeadas una tras otra, noche y día por la aviación de los aliados sin buscar objetivos militares, arrasando ciudades enteras donde no había combatientes, los cuales se encontraban en los frentes militares sino población civil. Más de 45.000 en Dresde, 25.000 en Colonia, 35.000 en Hamburgo, entre 30 y 50.000 en Berlín,  23.000 en Dusseldorf, Bremen y Swenemünde y barcos con miles de civiles huyendo del avance ruso fueron hundidos en enero en el gélido Mar Báltico. Este horror, fue la repuesta a la agresión del III Reich, justificado para acabar con el régimen nazi de Alemania, hasta su rendición total. Todas estas cifras las hemos aceptado como moralmente excusables, y la respuesta a los 60.000 muertos por los bombardeos alemanes en Inglaterra y Rotterdam.

    Ahora clamamos con los bombardeos de Israel tras sufrir las constantes amenazas y ataques de los terroristas islámicos y sus aliados iraní o yemeníes, que desestabilizan Oriente Medio atacando al transporte comercial. Al parecer los civiles palestinos que acogen y protegen a los terroristas de Hamás en su territorio, son diferentes a los alemanes que escogieron y sufrieron la dictadura nazi.