Sánchez e Iglesias extienden el pulso y minan sus opciones de acuerdo

23/07/19


No habían transcurrido ni los primeros diez minutos del debate cuando el candidato a presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha lanzado una propuesta de pacto de Estado que ha caído como una bomba a su socio preferente, Pablo Iglesias. El líder socialista tendía la mano al resto de la Cámara para reformar el artículo 99 de la Constitución y evitar que en el futuro pueda producirse un nuevo bloqueo político. Dicho en otras palabras, para facilitar que gobierne la lista más votada sin necesidad de llegar a acuerdos con otras formaciones, cuando no logre armarse una mayoría absoluta, como previsiblemente sucederá esta tarde.

La oferta ha sonado a Iglesias a ofensa dado que ambas formaciones seguían negociando un posible acuerdo que salve la investidura. Según el Gobierno no era ésta la intención de Sánchez. Pero lo cierto es que el discurso que el presidente del Gobierno ha lanzado durante las casi dos horas siguientes fue un ninguneo absoluto a su socio, al que solo se ha referido al final y durante menos de dos minutos para agradecerle su interlocución y pedirle un «esfuerzo» para llegar a un acuerdo. Mayores han sido, en cambio, en extensión las apelaciones a la abstención de PP y Ciudadanos. Dos partidos con los que el PSOE no mantiene negociaciones abiertas y cuya facilitación de la investidura ha sido siempre vista con muy malos ojos por Podemos. Cuando poco antes de las dos de la tarde Sánchez concluyó su discurso inicial y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, abrió el receso, la sorpresa y el malestar en la bancada morada era evidente aunque ninguno de sus dirigentes quiso hacer declaraciones. 

Era solo el principio. La tensión ha subido de voltios durante el cara a cara que ambos mantuvieron durante la tarde, convirtiéndose en una extensión del pulso que libran desde hace casi tres meses. Sánchez ha intentado parecer conciliador al ofrecerle a Iglesias una propuesta de acuerdo basada en contenidos, resaltando las diferencias políticas que separan a ambos -Cataluña- para justificar la conformación de un gobierno monocolor. Una propuesta que consideró «generosa». Además, ha recordado las cuatro propuestas de colaboración que los negociadores socialistas han ofrecido a Podemos, para volver a situar la ambición de Iglesias por los sillones como culpable de que no haya acuerdo. La guerra por el relato sigue centrando el pulso.

«No será presidente nunca» 

El líder morado ha subido a la tribuna de oradores con el ceño fruncido y ha contestado a Sánchez considerando esa oferta como una ofensa y un desprecio a sus votantes. «No nos propongan ser un mero decorado en su gobierno porque no lo podemos aceptar», advirtió. Y noha dudado en desvelar detalles de las negociaciones secretas para demostrar que los socialistas no tienen voluntad real de acuerdo. Según Iglesias, el PSOE se ha negado a entregarles cualquier competencia de gobierno. 

Sánchez ha terminado recurriendo a las advertencias. «Si no llegamos a ese acuerdo, piénsese mucho votar con la ultraderecha en contra de la formación de un gobierno socialista. Igual les da igual, les parece una frivolidad y llevan a España al bloqueo votando con la ultraderecha por segunda vez en tres años», ha advertido. Iglesias no se ha quedado atrás. «Si ustedes por cerrazón no hacen un acuerdo con nosotros y van a elecciones, me temo que no será presidente del Gobierno nunca», ha vaticinado. El evidente deterioro de las relaciones entre ambos mina las ya escasas opciones de un acuerdo antes del jueves. 

La sorpresa ha sido general en el resto de bancadas. Los independentistas han salido muy descontentos por la ausencia absoluta de alusiones a Cataluñadurante el discurso inicial de Sánchez, que ni siquiera incluyó la crisis territorial entre los grandes retos del país que se comprometió a afrontar. JxCat ha aputnadosu voto en contra al final de la sesión y ERC se inclina en el mismo sentido. 

«No es de fiar»

El duelo entre Sánchez e Iglesias no ha sido el único tenso. El candidato también se ha medido con el líder del PP, Pablo Casado, quien puso en duda que el socialista aspire de verdad a salir investido el jueves. Le ha echado en cara que acuda a la Cámara sin saber quiénes serán sus socios de gobierno y con los menores apoyos recabados por un candidato en la democracia. Y le ha negado la abstención que una y otra vez le exigió Sánchez bajo el argumento de que «no es de fiar» y que al día siguiente buscaría un pacto con los independentistas para un proyecto rupturista. 

El candidato ha intentado desmontar sus argumentos con la misma táctica que utilizó después con el presidente de Cs, Albert Rivera. «Si quiere liderar la oposición, tendrá que facilitar que haya gobierno. Si no quiere que el Gobierno dependa de los independentistas tendrán que hacer algo usted y Cs porque tienen la llave para que no ocurra. Y si no quieren elecciones tendrán que abstenerse». Tampoco convenció a Rivera con este argumento. El líder naranja ha defendido su voto en contra del «plan Sánchez y de la banda que va a ejecutarlo», en alusión a Podemos e independentistas. Ese plan consiste, según ha dicho, «en perpetuarse en el poder». Ha cerrado la sesión el duelo entre Sánchez y el presidente de Vox, Santiago Abascal, que se estrenaba en el hemiciclo y al que el socialista ha hecho un vacío absoluto. 

La primera votación tendrá lugar este martes por la tarde, y todo apunta a que será el primer paso para la extensión del bloqueo. «Los españoles nos corren a gorrazos», señalaban desde otras formaciones, viendo más cerca un nuevo debate de invstidura en septiembre