Opinión
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Mujeres en los ruedos de Santander
Podríamos pensar que no tenían nombre, ya que solía mencionárselas como las mujeres-toreras o, más generalmente, las señoritas toreras. Pero el machismo imperante en el mundo de los toros las silenciaba, incluso se oponían a que ejercieran profesionalmente su afición y les hicieran competencia. ¿Tenían miedo de su arte? Vamos a intentar ponerles nombre a aquellas que actuaron en nuestras plazas de toros.
José Simón Cabarga escribía (1956) que en el otoño de 1845 actuaban, en la primera plaza de toros estable construida en nuestra ciudad, "las famosas mujeres-toreras" y lamentaba que no hubiera reseñas de su actuación. Nosotros tampoco las hemos encontrado.
Probablemente se tratara de la cuadrilla femenina surgida ese año y formada por Martina García (natural de Colmenar de Oreja, Madrid), torera; Teresa (andaluza) y Magdalena García (natural de Zaragoza, que en esa ciudad actuaba de picadora en traje de pasiega, el 15 de enero de 1837; volvería más tarde a utilizar la misma vestimenta), picadoras; y Rosa Inard (de Benabarre) y Manuela Renaud, banderilleras. Martina García llevaba participando en festejos taurinos desde al menos 1836 y se mantuvo largo tiempo en activo, hasta los 68 años; el 17 de agosto de 1874, en la última corrida celebrada en la vieja plaza de toros de la Puerta de Alcalá, de Madrid, resultó cogida y conmocionada al intentar matar a un novillo embolado de José Otaola. Fue también su última corrida.
Aunque en el verano de 1895 corrió el rumor de que las "señoritas toreras" iban a actuar en Santander, junto a los Niños barceloneses, esa actuación no se produjo. No se decían sus nombres, pero parece se trataba de las que estaban en boga, Dolores Carmen Pretel (Lolita), natural de Barcelona, de 16 años de edad, y de Adelaida Ángela Pagés, también de Barcelona, de 17 años.
Dos años más tarde volvía a repetirse el rumor diciendo que "una agencia de negocios de esta ciudad tiene contratadas a las señoritas toreras". Pero, en agosto, las Pacotillas del sin par Pepe Estrañi se ocupaba del tema:
Creo que Pedro Santiuste
— lo digo de todas veras—
hace mal en no traernos
las señoritas toreras.
En la mañana del día 20 de noviembre de 1897 embarcaban en nuestro puerto, en el vapor Reina María Cristina, "la cuadrilla de Mazzantini y la de Villita y dos señoritas toreras, todos para Méjico". Como se ve, no se indicaban sus nombres.
Rafael Guerra (Guerrita), se decía a comienzos de la temporada de 1898, que en todos sus contratos estipulaba que "las señoritas toreras no han de trabajar en las plazas donde él toree, durante un mes antes y otro después del día en que él lo verifique".
Un artículo de Miguel Medina las mostraba entrenando, ensayando, con la capa, con la espada, preparándose para actuar en la plaza. Para ellas era algo serio, no una mojiganga.
Las señoritas toreras eran contratadas para actuar en nuestra ciudad el día 24 de mayo de 1900, jueves, festividad de la Ascensión. Las toreras anunciadas eran Dolores Pretel (Lolita), Ángela Pagés (Angelita) y Rosa Salesas (Rosita), que lidiaban capeando, banderilleando y matando seis hermosos toretes de la ganadería de Filiberto Mira, de Extremadura, con divisa blanca, grana y amarilla. El día 20 habían toreado en Zaragoza cortando orejas. Las seis llegaban la víspera a Santander, el día 23. El día 24 amaneció con una pertinaz lluvia que obligó a suspender la corrida hasta el domingo 27. Lidiaron conjuntamente Lolita, Angelita y Rosita; también se cita a María Pagés y a Rosa y Encarnación Simó.
Repetían actuación en septiembre con novillos de la ganadería de Carlota Sánchez, de Terrones (Salamanca). Venían las toreras de lidiar en Toro (Zamora). Llegaban en el correo del Norte el día 4 y la corrida estaba programada para el día 8; y los toretes llegaban el día 5 por la noche. Nuevamente la lluvia obligaba a aplazar la corrida a las once de la mañana del previsto día 8, aunque luego despejó y se mantuvo bien todo el día; el aplazamiento fue para el domingo, día 16. La Empresa costeó la estancia en Santander de las toreras. En esta ocasión tuvieron una desafortunada actuación, de la que tuvieron bastante culpa los pésimos toretes salmantinos. Benito Madariaga y Celia Valbuena en su obra Cara y máscara de José Gutiérrez Solana comentaban e indicaban las fechas de celebración de estas corridas.
El 5 de mayo de 1907 toreaba en Santander la renombrada torera María Salomé Hernández La Reverte, que había llegado la víspera a nuestra ciudad, siendo recibida por una banda de música. Se lidiaban novillos de tres años de la ganadería de Joaquín y Basilio Peñalver, de Sevilla, con divisa encarnada, blanca y verde. Mató los dos primeros de la tarde, puso un par al sesgo super colosal a su segundo y resultó ovacionada en ambos.
Juan de la Cierva y Peñafiel, ministro de la Gobernación, por Real orden circular de 2 de julio de 1908, no publicada en la Gaceta de Madrid, pero recogida en la edición autorizada del Reglamento de las corridas de toros, novillos y becerros, de 1917, estableció que las autoridades gubernativas "en ningún caso" debieran permitir que las mujeres tomaran parte en la lidia de reses bravas, pues si bien "la ley no lo prohíbe expresamente", el hecho "constituye un espectáculo impropio". Con los términos "no autorice en lo sucesivo función o corrida alguna de toros en que éstos hayan de ser lidiados por mujeres", se encubría lo que en la práctica resultaba una prohibición.
Será el artículo 96 del Reglamento de las corridas de toros, novillos y becerros, de 28 de febrero de 1917, el que establecerá la prohibición de participar "en la lidia de toros, novillos y becerros, á los menores de dieciséis años y á las mujeres". Prohibición que se reiterará en el artículo 100 de los Reglamentos de 1923 y 1924, y el artículo 124 del Reglamento de 1930.
El artículo 2.º de la Constitución de la República, aprobada el 9 de diciembre de 1931, establecía que "Todos los españoles son iguales ante la Ley"; y el 33 fijaba que "Toda persona es libre de elegir profesión".
A pesar de esa declaración, seguía vigente el artículo 124 del Reglamento de 1930, por lo que las mujeres tuvieron que defender su derecho a torear y tuvieron que pelear contra esa disposición que consideraban anticonstitucional. Se dice que Rafael García Salazar, ministro de la Gobernación, autorizó el toreo a pie de las mujeres, revocando citada restricción, pero no se publicó en la Gaceta de Madrid.
Una de las mujeres que con mayor insistencia defendió durante el período republicano el derecho de la mujer a torear fue Juana Cruz de la Casa, Juanita Cruz, que debutaba en Santander el día 1 de julio de 1934, con dos novillos de Antonio Muriel, de Salamanca. Llegaba a Santander el mismo día de la corrida por la mañana, en el tren de Madrid, pues había toreado el día de San Pedro, en Vinaroz (Castellón). Juan Vulgar (seudónimo de Julio Valín) escribió: "Maneja con destreza capote y muleta, sabe andar entre los toros, es valerosa y le da gracia a los lances". Cortó una oreja a su primero y salió cojeando del segundo. Repetía actuación el 29 de julio, con novillos de Salas, estando desafortunada. Esta torera merecería una más detallada presentación de su actuación torera.
En las votaciones para actuar en la corrida de noveles en 1936 se impuso Agustina Ruiz, que obtuvo 6.948 votos; ganando con amplitud. Los becerros se lidiaban el 14 de junio. La madrileña cortaba una oreja y al día siguiente se constituía la Peña Taurina "Agustina Ruiz", que elegía junta directiva.
El nuevo régimen surgido de la guerra civil mantuvo la prohibición del Reglamento de 1930 y la sostuvo en posteriores normas reglamentarias.
Una Orden de 10 de agosto de 1974 suprimía las limitaciones impuestas a la mujer para participar en los espectáculos taurinos, basándose en la Ley 56/1961 de 22 de julio, sobre derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, que, en su artículo 1.º, "reconoció a la mujer los mismos derechos que al varón para el ejercicio de toda clase de actividades profesionales y de trabajo". Fue su promotora Ángela Hernández, defendida por el abogado José Briones.
Mari Carmen Bouzán Larachi debutaba en Carrión de los Condes, con becerros, el 29 de mayo de 1977. Toreó en diversas plazas en Cantabria (en Santander, el 26 de agosto de 1978) y otras provincias. Se retiró pronto.
Las "Brujas Toreras" actuaron en Torrelavega el 17 de agosto de 1984; y en Astillero, el 24 de marzo de 1985. Inicialmente eran tres hermanas gallegas Pilar, Milagros y Elda Vila Cao, que son las que actuaron en Cantabria; más tarde incorporaron a una cuarta hermana, María Luisa.
Con motivo de la actuación de Cristina Sánchez, el 24 de julio de 1997 (cortó una oreja) se señalaba que "tan sólo han lidiado becerros Maricarmen Bouzán, una santanderina hija del ex novillero Justo Bouzán. También por los años sesenta se celebró un espectáculo cómico taurina titulado en el cartel «Las Brujas Toreras» donde una jovencitas, ataviadas con camisa ceñida y anudada en la cintura y pantalón «short». En los anales de la historia no ha habido más presencia de mujeres sobre la arena de la plaza de Cuatro Caminos".