Menudo palo

24/02/18


«Para no decir que he vuelto a fracasar, tengo que hacer cosas diferentes», dijo el viernes Carlos Pouso en rueda de prensa. Esta tarde, en Lezama, el técnico vasco volvió a cambiar de registro. Tres propuestas en tres semanas. Según él, tiempo suficiente para que se empiecen a ver cosas diferentes a todo lo anterior en su equipo. Pero si su segundo entrenador fuese Luis Moya, a buen seguro que ya le habría espetado varias veces aquello de: «Trata de arrancarlo, Carlos. Por Dios, trata de arrancarlo». Quizá el problema es ese, que el Racing más que otro entrenador necesitaba un mecánico. O un psiquiatra. O un chamán. Porque el cambio de técnico, de momento, no ha surtido efecto y el vehículo verdiblanco, sin freno de mano, va cuesta abajo. De mal en peor. Y la tapia que espera abajo es de grandes dimensiones. El conjunto cántabro se marchó de Lezama descompuesto y sin puntos. Con un baño y la bronca de su afición. Mala pinta tiene. 

Las principales novedades en el once de Pouso fueron las entradas de Quique Rivero y Pau Miguélez entre los elegidos. El cabezonense, por fin, tuvo su oportunidad de reivindicarse ante el nuevo míster, aunque no la aprovechó. Desacierto. Y el nojeño parece que le ha entrado por el ojo al de Lejona, que cumplió con su amenaza de jugar con los extremos a pierna cambiada dentro del 4-1-4-1 que ya dispuso en Tafalla. 

Pero el equipo verdiblanco mostró más bien poco. Algunas cositas. A todas luces insuficientes para lo que los cántabros se deben traer entre manos. El Racing pudo empatar, pero acabó goleado y apaleado. Y eso lo pone todo peor, porque el propio entrenador leiotarra ha reconocido una y otra vez que aquí lo único que no hay es tiempo. 

El orden del Racing fue más aparente que real. Aunque el equipo cántabro dominó por momentos, al Athletic B le hizo falta muy poco para llegar al área verdiblanca y hacer daño. Los rojiblancos protagonizaron la mayor parte de las ocasiones de la primera mitad. Un remate de cabeza de Benito se marchó alto y un duro disparo de Nolaskoain no encontró portería. La más clara llegó tras un error defensivo. Quique Rivero no acertó a despejar y Vicente dejó atrás, con la testa, para la llegada de Guruzeta. El ariete se dio la vuelta y su latigazo, demasiado centrado, lo atrapó Iván Crespo. Era una opción muy clara. Los de Garitano aún tuvieron una más. Larrazabal sacó el guante, perfiló el cuerpo y buscó el palo largo con un bonito tiro con rosca. Iván Crespo tocó lo justo para que la pelota rozase en el poste antes de marcharse a córner.

El Racing mostraba ciertos desajustes, quizá lógicos, a la hora de presionar la salida del balón del conjunto local. Borja Lázaro desesperaba cuando se veía solo en el achuche a a la zaga vizcaína. Sin embargo, cuando acertaba el equipo cántabro, era sinónimo de peligro. Aunque los de Pouso tampoco dispusieron de acciones excesivamente claras. Dos disparos de Héber fueron lo más destacado. Eso y un posible penalti sobre Lázaro que el árbitro y su asistente obviaron por completo. 

Cuando el Racing estaba apretando, una nueva vía en el casco defensivo verdiblanco permitió otra acción peligrosa del Athletic B. Demasiada pasividad. Y esta no se iba a quedar en una pura anécdota. Asier Benito se elevó entre los dos centrales racinguistas para rematar un centro desde la banda izquierda. Su testarazo, certero, dejó a Iván Crespo con la única opción de hacer la estatua. A remar contracorriente. Minuto 43. Con cara de tonto al descanso. 

Pouso decidió devolver parte del invento a la normalidad. Al inicio de la segunda parte, el técnico colocó a los extremos en sus respectivos lados naturales y, con los laterales muchos más profundos, el Racing por fin comenzó a aprovechar las bandas. Pero siempre con el meta Unai Simón viviendo plácidamente el juego. 

Pasado un cuarto de hora del descanso, el Racing empezó a carburar. Un potente remate de Sergio Ruiz dentro del área se estrelló en el busto de Unai Simón. Y el rechace, incomprensiblemente, Quique Rivero no fue capaz de enviarlo hacia el arco. Acto seguido, un lanzamiento de Adán Gurdiel se marchó demasiado cruzado, cerca del poste derecho de la meta bilbaína. 

Quique Rivero no está fino y eso quedó ya definitivamente patente en el minuto 68. En la misma posición que la anterior, junto al punto de penalti. El balón le cayó delante, botó, le dio tiempo a pensar, pero su volea la mandó dos metros por encima del larguero. 

El Racing había perdonado y le llegó el castigo merecido por ese exceso de piedad. Y Guruzeta, que llevaba medio partido veraneando tranquilamente en la frontal del área, iba a ser el verdugo. El delantero agarró un balón en su finca particular, disparó y el esférico rebotó en Miguel Gándara antes de jugarle una mala pasada a Iván Crespo. Era el segundo. 

El equipo cántabro intentó reaccionar y a la salida de un córner la pelota le cayó en el pie a Miguel Gándara, que entraba en el segundo palo. El zaguero no llegó a rematar, seguramente porque fue objeto de un más que posible penalti que el colegiado volvió a ver como inexistente. Esa fue la última vez que el Racing amagaba con arrancar. El gol y los cambios tácticos de Pouso trastocaron la débil confianza verdiblanca. El equipo se fue descomponiendo en piezas. Directo para ir al desguace. Fallo multiorgánico. 

La avería fue contagiando a todos. Incluso al hasta ahora infalible Iván Crespo. Al meta de Viveda también le entraron las dudas, pese a que no tuvo culpa en el tercer tanto rojiblanco. Otra vez Guruzeta. A la media vuelta, el delantero la puso junto a la cepa del poste, confirmando el dolorosísimo castigo y probablemente la derrota más sonrojante del Racing de la temporada. Yno fue aún peor porque el Athletic B no quiso. 

En definitiva, un desastre. Un horror. Y lo más preocupante, esa fea sensación de que esto no hay quien lo arranque. Que el cambio en el banquillo no ha servido como revulsivo y las opciones de dar un giro de 180 grados se han agotado. Que lo que queda de temporada va a ser una dura carretera por el infierno y que a día de hoy no promete ningún tipo de final feliz. Qué largo se va a hacer esto.